Históricamente la mujer cubana se hallaba totalmente reprimida por la sociedad machista; debido a que se establecieron leyes desde los tiempos mas remotos que tiraron una línea entre el hombre y la mujer, y sobre esa línea se alzaron las costumbres que se encargaron de establecer normas sociales que primaron por mucho tiempo.

  La mujer tuvo que acatar leyes en cuya confección no tomaba parte. Sus destinos se decidieron sin consultar para nada y quedando decretada su eterna minoría, su posición de perpetua protegida, posición humillante que deja ancho campo a todos los abusos.

De suma importancia para la mujer cubana, tuvo la década del 60, pues a partir de los profundos cambios socio-económicos ocurridos en Cuba  se crearon las premisas para la constitución de un nuevo modo de vida. 

Estimuladas por los nuevos aires que promovía a la mujer como sujeto de cambio, y teniendo en cuenta el proceso social, la mujer tiene  un papel fundamental participando en los acontecimientos de la sociedad actual.

Esta situación fue un móvil muy importante, que abrió una puerta para el renacer de diferentes movimientos feministas. Esto ha tenido gran repercusión social y ha provocado un impacto en las parejas y las familias, pues a pesar de la existencia de indicadores de cambio, el surgimiento de valores emergentes no puede borrar fácilmente la decisiva influencia de valores culturales, ya que la cultura, la tradición, las creencias se transmiten de generación en generación y vienen a ser agentes imperantes en la conducta social de los individuos.